Nuestro contexto
A fines de 2017, el desplazamiento forzoso alcanzó niveles históricos: 68,5 millones de personas abandonaron sus hogares en busca de seguridad y esperanza. Para los 28,5 millones de refugiados y solicitantes de asilo, las oportunidades de reasentamiento, integración social, acceso a la educación y a los medios de vida se reducen a pesar de que las necesidades crecen, y de que muchos países cierran fronteras y reducen las vías para que las personas puedan moverse tranquila y dignamente. 2018 vio aumentar esta situación, sobre todo en África, donde solo cuatro países (Sudán del Sur, República Centroafricana, Burundi y la República Democrática del Congo) contaban con más de 12 millones desplazados internos y refugiados. Conflictos armados, hambrunas prolongadas y una escasez general de recursos son los factores clave tras estas cifras Y países vecinos como Uganda, Tanzania y Etiopía han asumido la mayor parte de esta carga. Mientras, en el noreste de Nigeria, donde el JRS abrió una nueva oficina nacional en junio de 2018, casi dos millones de personas fueron desplazadas por el conflicto entre ejército y milicias armadas, así como por el colapso de las infraestructuras sociales.
Sin embargo, dos de las crisis humanitarias más graves de 2018 ocurrieron en otros continentes. En Birmania, la persecución violenta de la minoría Rohinyá provocó que casi 1,5 millones de personas cruzaran la frontera, al distrito de Cox Bazar en Bangladés, donde se creó el mayor asentamiento de refugiados del mundo: BalukhaliKutupalong. De manera similar, la diáspora venezolana llegó a casi cuatro millones - el mayor éxodo de refugiados de la historia latinoamericana - cerca del 10 por ciento de la población del país, siendo las vecinas Colombia, Ecuador y Perú quienes dieron refugio a muchos de ellos.
Al finalizar 2018, más de 7.000 hondureños, salvadoreños y guatemaltecos viajaban al norte en caravanas que les ofrecían mayor seguridad en un intento por escapar de la violencia de las maras, y de la crisis política y económica, en busca de un futuro mejor en México y Estados Unidos. Las perturbaciones climáticas y la falta de seguridad alimentaria son otros factores, a veces obviados, detrás de los flujos migratorios que serán aún más significativos en los próximos años en la región.
En su mensaje con motivo del 104° Día Mundial de los Migrantes y Refugiados, en 2018, el Papa Francisco habló de cómo Jesucristo “confía al amor materno de la Iglesia a todas las personas obligadas a abandonar su tierra natal en busca de un futuro mejor”.
Este llamado al amor es y seguirá siendo el motor de la misión del JRS de acompañar, servir y defender la causa de los refugiados