World: Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados - Suplemento núm. 12 (A/74/12)
Asamblea General
Documentos Oficiales
Septuagésimo cuarto período de sesiones
Suplemento núm. 12 (A/74/12)
I. Introducción
Las cifras de desplazamiento siguieron siendo elevadas durante el período que abarca el presente informe y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) se enfrentó a importantes retos considerables en su labor de protección y asistencia de las personas de interés para la organización. No obstante, también hubo motivos para el optimismo, en particular cuando los Estados y otras partes interesadas convinieron en adoptar el pacto mundial sobre los refugiados como nuevo marco para una distribución previsible y equitativa de la responsabilidad, el resultado de dos años de amplias consultas dirigidas por el ACNUR. El pacto mundial sobre los refugiados fue afirmado por la Asamblea General en diciembre de 20181 .
A finales de 2018, unos 70,8 millones2 de personas se habían visto obligadas a dejar sus hogares como consecuencia de la persecución, los conflictos y la violencia; de esas personas 25,9 millones eran refugiados3 y 41,3 millones eran desplazados internos4 . Se estimaba que había 13,6 millones de nuevos desplazados, de los cuales 10,8 millones lo habían sido dentro de las fronteras de su propio país. Ello significaba que unas 37.000 personas se veían obligadas a abandonar sus hogares cada día. Millones de personas en todo el mundo seguían expuestas al riesgo de apatridia y con frecuencia tropezaban con obstáculos para acceder a derechos básicos como la educación, la atención de la salud, el empleo y la libertad de circulación.
Durante el año, el ACNUR y sus asociados se vieron inmersos en una carrera contrarreloj para mejorar las condiciones de cientos de miles de refugiados rohinyás en Bangladesh antes del inicio de la temporada de monzones. En la República Centroafricana y la República Democrática del Congo más personas se vieron desplazadas por el conflicto recurrente. La situación de seguridad y derechos humanos se deterioró considerablemente en Burkina Faso y el Camerún, lo que causó un número elevado de desplazamientos, en particular a nivel interno. Millones de personas se vieron expuestas al hambre debido al recrudecimiento de la crisis en el Yemen. El conflicto en la República Árabe Siria, que entró en su noveno año, siguió provocando el desplazamiento de millones de personas. La salida masiva de nacionales de Venezuela (República Bolivariana de) afectó a toda la región y los movimientos complejos de refugiados y migrantes plantearon nuevas dificultades en Centroamérica, el Mediterráneo y otros lugares. Al mismo tiempo, se ejerció una presión cada vez mayor sobre las personas desplazadas para que regresaran a situaciones inestables, se separó a las familias, se cerraron las fronteras, varias embarcaciones fueron rechazadas y se siguieron registrando pérdidas de vidas en el mar.
En muchas regiones, el discurso divisivo y politizado sobre los refugiados y los migrantes contribuyó a aumentar los riesgos en materia de protección. No obstante, y a pesar de los importantes retos sociales y económicos a los que se enfrentaban los principales países de acogida, los gobiernos y las comunidades siguieron dando muestras de solidaridad y generosidad, defendiendo los principios de la protección internacional de los refugiados. Alrededor del 84 % de los refugiados fueron acogidos por países de regiones en desarrollo.
Durante 2018, regresaron a sus zonas o países de origen alrededor de 2,9 millones de personas, de los cuales unos 2,3 millones eran desplazados internos y 594.000 eran refugiados. Si bien, según las estimaciones, 1,4 millones de refugiados necesitaban ser reasentados, solo había disponibles unas 81.300 plazas.